Algunos alimentos como, las ostras, el caviar, las trufas y los hígados de oca son considerados alimentos afrodisíacos, pero lo que realmente existe es un juego de connotaciones.
Desde la época de nuestros antepasados, se le han atribuído propiedades excitantes a una serie de alimentos y productos que, según se decía, aumentaban la potencia sexual.
Se llegaron a pagar cantidades desorbitadas por algunos de estos productos, se efectuaron matanzas y se llevó casi al exterminio a varias especies animales, por ejemplo, la supuesta virtud de las limaduras de cuerno de rinoceronte para aumentar la potencia sexual masculina, provocó desgracias entre esta especie.
Hoy en día, supuestamente, las ostras, los hígados de oca y las trufas se consideran alimentos afrodisíacos. Sin embargo, el elemento común en estos manjares es la vitamina E (considerada responsable del aumento de la actividad sexual), que se encuentra asimismo en las lentejas, las zanahorias o la leche,y éstos, no son considerados alimentos afrodisíacos.
Es curioso que gran parte de los alimentos, supuestamente excitantes, sean de elevado precio: sopa de tortuga, caviar, trufas negras, angulas, tiburón…
En muchos libros de cocina también se recomiendan como afrodisíacos el apio, el perejil, las nueces, las almendras o los nísperos.
Estamos hablando de un juego de connotaciones.
No existe la comida erótica, tan sólo una erótica de la comida.
Alimentos que nos recuerdan al cuerpo, por su forma o textura, se convierten en la clave de la excitación: ostras, almejas, salchichas o espárragos.
El cerebro humano asocia automáticamente los placeres del cuerpo y vincula la satisfacción que nos produce el consumo de alimentos con otras formas de placer.